Me consideran compositor de música de autor pop-folk aunque yo solo intento ser coherente conmigo mismo. No sé hacer otra cosa que escribir y tocar lo que viene a despertarme del sosiego.
Me cuesta fingir ante la inquietud que llevo dentro. Aquí estoy, a fuerza de sentir, de expresar y de conmoverme ante cualquier instante, razón o sentimiento que consiga pasar cerca de la piel.
Después de tres trabajos auto editados, cientos de actuaciones y recitales, idas y venidas de las grandes y no menos grandes ciudades, estaciones, aeropuertos, moteles, tierras holandesas, playas de Brooklyn, locales de Bleecker Street y un corazón sediento de mar… Solo deseo impulsar este sueño para hacerlo realidad.
En tus canciones se denotan sentimientos incondicionales muy profundos por cada una de las personas que de una forma u otra forman parte de tu vida.
¿Qué importancia le das a tus orígenes, a tu infancia, a tu juventud, y sobre todo a los contextos y personas que te rodearon y te rodean en la vida?, creo que el acto comunicativo con las personas que nos rodean en cualquier contexto es fundamental para desarrollarnos como seres humanos. Al fin y al cabo, todo lo que nos llega del exterior y del interior es información. Este intercambio de información que experimentamos constantemente es esencial para aprender a tener conciencia de todo aquello que nos envuelve y en mi caso, lo incluyo en cualquier expresión creativa que llevo a cabo.
Evidentemente, me han ido moldeando y marcando las experiencias vitales cercanas a mis familiares, amigos de barrio, instituto, universidad, compañeros de distintos trabajos, relaciones sentimentales, estancias en el extranjero, viajes, etc. Pero para mí han sido especialmente valiosas las historias de vida de mis padres. Desde muy jóvenes tuvieron que buscarse la vida para salir adelante ya que los dos provenían de ambientes muy humildes. La consecuencia de esa lucha por conseguir una estabilidad material y emocional, ha sido la trasmisión de una serie de valores e ideales que han influido mucho en mi manera de desenvolverme como persona. Inevitablemente, esa perspectiva de entrega, de esfuerzo y de constancia por vislumbrar una realidad más justa, se ve reflejada en mis composiciones.
¿Esos orígenes y personas contribuyeron a que empezases a componer
canciones?, el estímulo principal por el cual comencé a escribir canciones es bien sencillo, me quedé prendado de un artista country a los 16 años (yo ni siquiera había tenido contacto con ningún instrumento musical). Lo descubrí en un documental que describía su vida artística, en la 2 de TVE. El impacto que producían sus canciones sobre miles de personas en los estadios americanos en los cuales tocaba, me dejó fulminado. Era impresionante ver aquellas imágenes bucólicas en las que el cantautor escribía y componía de una forma natural, ayudado de su guitarra en un lugar íntimo y retirado. Y cómo después, arropado por su banda, conseguía ese efecto emotivo tan impactante de llantos, alegrías y entusiasmo de su ferviente público. Si ahondo más en mi interior, sé que esta expresión creativa siempre ha respondido a una necesidad intrínseca de liberarme de los miedos y preocupaciones que viven dentro de mí. Es un proceso de catarsis al cual me debo para poder seguir viviendo en paz conmigo mismo.
Tienes muchos temas sobre el malestar o la felicidad productos del amor o el desamor, pero también se aprecian en tus letras dudas existenciales intensas o un fuerte compromiso con la realidad que nos amenaza. Cree en ti, Resistir, De rendirme, Estar despiertos… Escuchando varias canciones tuyas, cualquier persona entendería que estás comprometido con la vida y con el mundo en el que habitas.
¿Por qué crees que tenemos la responsabilidad de reflexionar acerca de estos aspectos?.
En mi caso no me queda otra, -sonríe-, es el precio que le debo a la existencia. Es lo mínimo que puedo hacer. Me siento un afortunado por tener conciencia de la sensibilidad que me define, no puedo escapar de ella. Me debo a esa responsabilidad a la cual llamo ocupación. En nuestras manos está el ser mejores personas con todo aquello que nos rodea para contribuir a compensar miles de situaciones desfavorecidas. La justicia social, la equidad, la corresponsabilidad, la coherencia, la ética, la tolerancia o el respeto hacia cualquier ser vivo, son principios que no caen del cielo. Dependen directamente de nuestros actos cotidianos. Hacer de este mundo un lugar con menos sufrimiento es un imperativo. Pero hablo en todos los órdenes de la vida. A la hora de comunicarnos con los demás, de tener conciencia sobre lo que resuelven nuestros políticos, de gestionar nuestras relaciones personales, profesionales o con nosotros mismos y por supuesto de relacionarnos con la biodiversidad y los animales no humanos del planeta.
¿Qué pasa en Nueva York?. Bueno eso realmente es lo que me gustaría saber a mí. Qué es lo que pasa. Porque desde que puse un pie allí hace ya siete años no he podido dormir tranquilo, por ello le llaman la ciudad que nunca duerme.
En mi cabeza está el planeta tierra, el mundo, y luego Nueva York, la circunstancia por la cual acabé allí fue muy curiosa y el resultado de la misma fue una historia muy bonita. Mi hermana tuvo un proceso de salud grave y estuvo hospitalizada durante un largo tiempo. Me propuso que si salía de aquel trance con éxito, tendríamos que visitar Nueva York. Yo detestaba viajar a aquel destino ya que en mi imaginación solo veía una gran ciudad comercial de hormigón, tráfico, aglomeraciones y la máxima representación del capitalismo deshumanizador. Pero sin dudarlo, ante la propuesta de mi hermana, no me lo pensé. Así que un buen día nos plantamos allí cumpliendo uno de los sueños de mi hermana, viajar juntos a Nueva York.
Yo seguía sin tener grandes expectativas por aquel viaje, para mí lo más importante era ver que mi hermana estaba bien de salud y poder estar a
su lado. Pero algo inesperado sucedió, nada más poner el pie en aquella gran ciudad mi mundo se tambaleó y cambió para siempre. Esto
se lo debo únicamente a mi querida hermana, recibí un impacto brutal a todos los niveles. Quedé totalmente seducido por la manera en que coexisten en una única sociedad tantas etnias, culturas, personas de distintos orígenes… Y todas ellas entrelazadas por barrios, calles, construcciones y edificios singulares, parques, instituciones, etc… Y sobre todo me quedé fascinado en el aspecto artístico, creativo y cultural que me toca de lleno, es una gran torre de Babel. Algo imposible de calificar.
No querría dejar de nombrar a Arantxa, mi hermana. Me siento muy unido a ella. La admiro por el espíritu de superación que muestra en cada instante. No ha tenido una vida nada fácil. Le acompaña una enfermedad crónica desde los 12 años (actualmente tiene 37). Después de aprender a vivir con ello ha entregado su vida personal y profesional para sensibilizar y concienciar a cerca de lo que realmente supone para una persona padecer una enfermedad crónica. Su ejemplo siempre latente, está ahí para no dejarme caer. Para insuflarme ese impulso de lucha que me permite seguir haciendo lo que real mente me llena y así no dejarme caer ante las adversidades “superficiales”. Su ejemplo de vida, en muchas ocasiones, me inspira para poder unir mi mundo más utópico con los hechos terrenales. Con ello, parte de mis canciones cobran un sentido crítico y reflexivo ante la injusticia y la desigualdad social. A menudo lo pienso: “mi hermana está ahí para abrirme los ojos”.