Como muchas otras cosas, no siempre ha sido así. La historia nos recuerda que todo elemento nuevo o diferente tiene un proceso de normalización por parte del gran público. Pero alguien tiene que empezar y arriesgar por primera vez. Y con toda probabilidad en sus principios lo llamarán loco o lo mirarán de un modo extraño. Eso sí, será quien ponga la semilla para que algo nuevo brote, en este caso una cultura ancestral traída a nuestros tiempos.
En el año 1984, cuando en nuestro país todavía no existía ningún local formal de tatuaje, Antonio y Andrea fundaron el primer estudio de tatuaje en España, Tatuarte Valencia. Apostaron e impulsaron esta práctica milenaria cuando nadie lo hacía. Pioneros en el tatuaje, comenzaron a tatuar y a alimentar este nuevo mundo en nuestra sociedad. Con dedicación y mucho trabajo, lograron sacar adelante un negocio completamente desconocido hasta la fecha en la península.
Os cuento esto porque detrás de esta familia, 3 generaciones de tatuadores (abuelo, padre, madre e hijos), hay toda una vida dedicada con pasión a construir un futuro para esta profesión. No llegaron ayer, ni hace unos días, llevan 35 años amando y respetando el tatuaje. No abrieron cuando la población ya aceptaba el tatuaje, y tampoco cuando se convirtió en un negocio de moda. No fundaron su estudio en mitad de la época hipster. Ellos apostaron, lucharon y confiaron en esta profesión para llevarla a lo más alto hace mucho mucho tiempo. Y así lo hicieron. Un equipo profesional impecable, ofrece a sus clientes calidad y experiencia para tomar las mejores decisiones a la hora de abordar cada tatuaje. Con pasión, ponen toda su energía cada día para que el tatuaje perdure y evolucione, y con la intención de que la población sea capaz de valorar el talento que hay detrás de cada obra. Hoy en día ofrecen una gran calidad en sus tatuajes en Valencia, después de más de 3 décadas dedicadas por completo, mantienen la esencia intacta, el tatuaje evoluciona, muy rápido. Grandes cambios se apresuran a diario, tintas, máquinas y tecnología, todos ellos para mejorar la calidad en los resultados. Estamos presentes en los años de mayor esplendor y de mayor oferta y demanda del mismo, y por supuesto veremos llegar grandes cambios con los que habrá que convivir.
Los estilos evolucionan y varían cada día, las técnicas, los estudios, los procesos. Un incesante cambio.
Pero hay algo que no debería cambiar nunca, el respeto por la tradición que lleva el tatuaje, y el respeto por los que iniciaron y lucharon por dignificar el tatuaje cuando todavía nadie lo hacía.